Desaparecido
A fines de los sesenta su mamá, María Delia Leiva, trabajaba en una fábrica textil en San Martín, provincia de Buenos Aires. Una tarde, a la salida del trabajo, María Delia ─ 28 años ─ y Gabriel Matías ─ de 3 meses ─ fueron secuestrados por un grupo de civiles, que se identificaron como policías, en la parada del colectivo.
Fue el 11 de enero de 1977.
Un mes después, una mujer policía entregó a Gabriel a una familia de Pergamino. “Me contaron que la mujer me decía Carlitos. Dicen que ella misma quería quedarse conmigo, pero no podía por trabajo.
Así que al principio mis padres adoptivos creyeron que yo no tenía familia, que mis verdaderos padres estaban muertos.” El nombre es una de las tantas marcas que la dictadura intentó borrarle a Gabriel.
Pero las marcas no se borran.
“A los 17 años, mientras mirábamos en la tele un programa sobre los hijos adoptivos, mis padres me dijeron que yo era hijo del corazón. Ese día mis dudas se confirmaron. Durante tiempo no dije ni pregunté nada.
A los 17 años empecé a averiguar algunas cosas y me enteré de los desaparecidos, de la dictadura y tuve en cuenta que había nacido en esa época.”
Gabriel nació el 14 de octubre de 1976 en la Capital Federal. Sus padres adoptivos lo anotaron como propio el 13 de febrero de 1977.
“A los 17 años empecé a darme cuenta de que no era una adopción legal. Ahí me surgió el deseo de buscar. Antes no había querido por mi familia. Tenía miedo de que los metieran presos por anotarme como hijo propio sin serlo.”
“Un día leí en el diario que la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad tenía acceso a un banco genético de datos. Después, pasaron unos años hasta que me decidí, y para eso me ayudó Mariela, mi mujer.