La doble vida de un ejecutivo
La doble vida de un ejecutivo
De pronto, ella saltó gritando : - ¿Cómo se llama? - ¿Quién? Esa guarra2 con la que sales. ¿Qué te pasa? Me pasa que es la tercera vez que te ven por la mañana en el Retiro3. Ya me dirás qué haces allí a esa hora. Nada.
Tenía algunas razones para sospechar. Desde un tiempo a esta parte encontraba a su marido muy nervioso, con los ojos perdidos en el techo y excesivamente obsesionado por los gastos de casa. Se pasaba noches enteras insomne, o con sueños de pesadilla, en los que balbucía palabras de amor o de dinero. ¿Quién sería esa perra 2? Cuando el hombre supo que la actitud de la mujer se debía sólo a un ataque de celos 4 tuvo una sensación de alivio5. Su caso era más cruel. En realidad se trataba de un ejecutivo de 47 años que se había quedado sin trabajo y quiso ocultar por pura vanidad la tragedia para no sentirse un ser despreciable. El primer acto de esta crónica verídica había comenzado muchos meses antes. Sencillamente, la empresa de plásticos donde él hacía el brillante papel de director comercial había quebrado6 de un modo fulminante. Una mañana fue al despacho y se halló con la sorpresa de que los americanos se habían llevado hasta los ceniceros. En la moqueta sólo estaban los listines de teléfonos y las secretarias, de pie [...]. La caída se había desarrollado a sus espaldas, con la estrategia de un golpe de mano; no había nada que hablar, los rubios habían volado a Nueva York, y este ingeniero industrial se vio en la calle sin previo aviso, formando una gota de rocío en el mar de la crisis. El asunto se complicó psicológicamente por una cuestión neurótica. El directo a la mandíbula había sido tan inesperado que el hombre quedó flotando unos días y no logró acopiar el valor7 necesario para confesarse en la almohada8 con la mujer, de la que sólo buscaba admiración. Pensó que el problema podría solventarlo 9 con cierta brevedad, pero a la semana siguiente ya había llegado a la