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El ruido, la nueva amenaza contaminante.
Se le dice a la contaminación acústica una acumulación de sonido molesto, o ruido, que puede producir grandes daños fisiológicos y psicológicos para la población. Ésta contaminación es una consecuencia no deseada de las propias actividades desarrolladas en las grandes ciudades.
El ruido puede ser perjudicial para nuestra salud. Una exposición prolongada o repetitiva a sonidos fuertes puede causar una tinitus, un desplazamiento temporal del umbral de audición (pérdida auditiva temporal), zumbidos en la cabeza, hasta comienzos de una pérdida auditiva. Un síntoma de esta pérdida auditiva es la distorsión de algunos sonidos.
La razón de estos daños auditivos es lo formación de moléculas dentro del oído que deterioran las células ciliadas, localizadas en la cóclea, en el oído interno. Las células ciliadas son pequeñas células sensoriales que transforman la energía sonora en señales eléctricas que llegan al cerebro. Al ser dañadas, estas no pueden ser regeneradas.
El ruido produce también alteraciones en la conducta de las personas expuestas a un ambiente contaminado acústicamente. La consecuencia más frecuente es el insomnio, es decir que impide un descanso adecuado, lo que puede afectar a la capacidad de atención y concentración, dificultando el rendimiento.
Asimismo, puede producir alteraciones en la conducta, tales como la muestra de irritación y agresividad.
Por otra parte, estos efectos son más dañinos para los niños menores de dos años ya que puede llegar a un retraso en el aprendizaje o en su comunicación verbal. Puede también favorecer al aislamiento, volviéndolo menos sociable.
También se han observado anomalías en niños que durante pleno embarazo sufren una exposición repentina a alguna zona muy ruidosa.
El oído es un mecanismo encargado de la percepción del sonido y del mantenimiento del equilibrio. Está compuesto de 3