Montaigne essais, apologie de raymond sebond
En el texto correspondiente a la sesión, (Los ensayos, libro II, XXXVII) hemos visto el pensamiento de Montaigne en torno al cuerpo. Este texto es el último ensayo del libro, siendo una carta para dejar una huella desde lo efímero de la vida. La primera pregunta que surge allí es ¿por qué Montaigne tiene un pensamiento sobre el cuerpo? La respuesta se refiere a la situación misma de Montaigne que sufría de una enfermedad a lo largo de su vida. Es decir, este ensayo nos permite entender como hizo una experiencia a partir de una enfermedad. El dolor, entonces, era lo único constante en su vida. Su situación misma le permitió pensar en ese dolor que vivía a través su cuerpo. Todo eso le llevó a preguntarse, investigando sobre su cuerpo: ¿Qué es un cuerpo y qué es tener un cuerpo? Aquí tenemos que mencionar que, en Montaigne, no habla del cuerpo humano en el sentido abstracto, sino del cuerpo particular; el cuerpo de Montaigne. Por eso, podemos decir que su propia enfermedad es el leitmotiv de este ensayo. Eso tampoco quiere decir que su pensamiento es cerrado, sino que el yo de Montaigne es un yo abierto no concluido. Es decir, en el yo de Montaigne, cada persona, en su situación existencial e individual, puede identificarse a él.
Por lo dicho anteriormente, la mirada de Montaigne no tiene nada que ver con lo científico, y la enfermedad no se concibe como un objeto de estudio, sino como un momento de la vida, un lugar o una situación de experiencia existencial. Así Montaigne menciona, al respecto de las enfermedades hereditarias, el escepticismo que compartía con su familia con respecto a los médicos y las drogas, afirmando que la medicina, como técnica, no ayuda al curar el cuerpo. Su interés no se centra en los consuelos de la religión o en la búsqueda de los secretos o técnicas para obtener una salud perfecta: la enfermedad no es un escándalo, un misterio o una absurdidad, sino un fenómeno natural que pertenece al ciclo de la