Bleu ocean
El escritor Británico H.G. Wells decía que la publicidad era el arte de enseñarle a la gente a desear las cosas. Esa “educación” ha sido practicada por siglos. Para algunos, existe desde Babilonia. Para otros, la primera campaña fue lanzada por la serpiente para persuadir a Eva a consumir la manzana del bien y del mal en el paraíso terrenal. La publicidad, considera como una industria propiamente dicha, data de hace poco más de un siglo. Volney B. Palmer fue el primero que se puesto en la tarea de comprar espacio en los periódicos para sus clientes, en 1841. Le siguieron N.W. Caen en 1863 y J. Wlater Thompson.
Desde entonces, a lo largo y ancho del mundo, hombres de empresa y de mercadeo utilizan la publicidad como herramienta fundamental para informar a los consumidores las bondades de sus productos y servicios. Y en especial, para venderlos. Una industria en la que se invirtieron , en 1989; 620 000 millones de dólares. Es cada vez mayor la preocupación y el interés por el tema. El estado, la iglesia, la empresa de negocios, y cualquiera que pretenda colocar en el mercado un producto o una idea, se ve forzado a recurrir a la publicidad. Disciplinas como las rr.pp., el mercadeo directo, las promociones, el merchandising, el diseño de empaques entre muchas otras, hacen parte fundamental del quehacer publicitario.
Es una actividad, una profesión, una industria, un arte, y por sobre todo un trabajo, que como todos los relacionados con las comunicaciones, está de moda.
La publicidad, es una compleja profesión que requiere de inimaginables conocimientos, de una marcada disposición, de original ingenio, de brillante creatividad, de acerado talento, de lograda disciplina y en especial, de un cerebro cuidadosamente calibrado. Nada es tan fácil como parece, lo que es especialmente cierto en publicidad.
Se trabaja con productos, pero en especial con ideas; con seres humanos, con